¿Cruzar el charco para comer mariscos chilenos? ¡En Destinia ni lo dudamos! Y más si nuestros amigos de LATAM nos permiten hacerlo desde menos 500 euros para celebrar la llegada de su nuevo y flamante avión, el Airbus350. ¡Claro que sí, tirando la casa por la ventana! Recorre Chile desde las playas de Punta Arenas hasta la cosmopolita Santiago, sin dejar de lado el colorido de Valparaíso y esa ancestral antípoda que es Isla de Pascua, todo de la mano de nuestra aerolínea preferida. Y prueba estas extravagancias culinarias que te vamos a mostrar a continuación y que asustarían a un percebe gallego.
Imagínate que partieses una piedra y dentro hubiese marisco. Pues algo parecido sucede con esta rareza típica de las costas chilenas. Al abrir el caparazón grisáceo aparece una carne ávidamente roja. Se consume cruda o cocida y suele acompañarse con cilantro, cebolla picada y un chorrito de limón. ¡Cuentan que es uno de los manjares más codiciados del país!
Se podría decir que la fisonomía de este animal se asemeja a un volcán. Habita adherido a las rocas y es un jurásico primo lejano del percebe. Se degusta hervido y es uno los ingredientes del curanto, una especie de churrasco a la chilena que complementa los ingredientes de montaña, como longaniza y pollo, y los de mar –merluza o corvina, almejas y cholgas, un molusco bivalvo del que os hablaremos un poco más abajo–. Tradicionalmente, era elaborado por los indios Chiloé directamente sobre piedras calientes en el suelo. ¡Ancestral y delicioso!
Este bivalvo del que os hablábamos en el párrafo anterior puede parecerse a un mejillón si se es neófito en la materia, aunque normalmente es de mayor tamaño. Conocidos como choros en Perú –país que por cierto también podéis recorrer de cabo a rabo con LATAM: nueve vuelos semanales en verano de Madrid a Lima, para no dejarlo pasar– están riquísimos cocidos, en sopa y secos –sí, como los tomates–.
Sí amigos, en la otra punta del mundo tienen su propia langosta. Más pequeña y oriunda de Rapa Nui te la recomendamos en una especie de caldereta autóctona o a la plancha con un chorrito de limón.
Este molusco bivalvo tiene la concha ligeramente nacarada y su interior esconde un fruto similar al berberecho. ¡Un placer para los sentidos tanto en lata como preparado en ceviche!
La jaiba común es fisonómicamente similar a una nécora sólo que con un precioso color azul cian. Y a diferencia de la sobriedad con la que la cocinaría un gallego, los chilenos como más comúnmente la consumen es en un pintoresco pastel –vino, parmesano, ajo, cebolla y crema de leche son algunos de sus protagonistas– horneado con pan rallado por encima. Muy populares también en Brasil, adónde también puedes volar con LATAM a diario desde Barcelona.
Y para rematar, pensemos en un gusano y trasladémoslo al mar. Alargado e invertebrado, su sabor es intenso y su textura gelatinosa. Se toma en sopas, como acompañante de otros mariscos chilenos o aperitivo. Y es popular en algunas cocinas catalanas con el nombre de espardeña.